El aprecio de Versace por el barroquismo y la cultura clásica eran producto de una cultura y su contexto pero la interpretación que decarnin hace de este concepto algo manido, responde a una falta de creatividad simplista.
Decarnin revive las heroínas de Versace y las coloca dentro de su propio universo de princesas "xena" y doncellas romanas. Colores de guerra: oro, plata, marrón y verde. Salvajes vestidos y gasas fluidas que aspiran a cubrir el cuerpo de una mujer primitiva capaz de costear el flamante dispendio de 800 dólares por una camiseta Roída, por expreso deseo de una élite editorial amante en exceso de la vida nocturna. ¿Modelos que salen de un backstage o gladiadoras después de una pelea en el circo romano?. Dos espectáculos que parecen compartir una misma finalidad: Distraer al graderio de los problemas de la vida pública. Considerada la visión de un creador que ,en épocas de crisis divierte a sus fieras con propuestas arcaicas y enormes listas de espera.





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