Recuerdo perfectamente el tremendo esfuerzo y sacrificio que empeñé en desarrollar mi proyecto final de carrera. Un tema que en mi círculo más cercano, excepto por mis incondicionales apoyos (conocedores perfectamente de su identidad) consideraban superficial mientras yo veía en él algo serísimo: CREACIÓN DE LA IDENTIDAD DE UNA MARCA DE MODA DE LA INDUSTRIA DEL LUJO. ANÁLISIS DEL CASO KARL LAGERFELD.
Mis pretensiones eran demostrar como las marcas de lujo son por definición, aquellas que en mayor medida utilizan las estrategias de marketing para configurar su identidad y justificar en el imaginario del consumidor el elevado precio de sus productos y servicios. Lo conseguí; pero sabía desde un principio que Lagerfeld y su trabajo para Chanel eran el ejemplo más significativo de la estrellificación de la figura del director artístico que se convierte en el estratega del marketing de una marca, configurando así su identidad.
Lo estudié todo sobre él; acciones de marketing, colaboraciones, imagen de marca, atrezzos, reportajes, documentales, Discos, libros y un sin fin de documentos que me revelaban su majestuosa capacidad mediática para hacer de Chanel, estandarte del lujo más refinado, el perfecto icono del lujo contemporáneo. Iconos de mademoiselle Coco, referencias a su etapa eslava, identidad de una década, espíritu de trasgresión pero sobre todo, valores de marca. Desfiles convertidos en conceptos con piezas de tremenda funcionalidad. Madre, niña y abuela. Tweed, cuero y vaquero..
Una vez más Lagerfeld seduce y moviliza a una élite de la moda sabedora de su destreza conceptual para imaginar un universo paralelo al de las tendencias. "Un granero en el Grand Palais". Podría ser el título de una comedia pero es el escenario de la colección de primavera del Káiser para Chanel. Paja, heno y campesinas que cultivan una silueta de doncella rural ataviada con exquisitos conjuntos en un blanco, casi predominante. Picardía y sensualidad entre las cortesanas y su Doncel; el eterno compañero, Baptiste Giabiconni. La maniquíes Iekeliene Stange, Charlotte di Calypso y la omnipresente Lily Allen ascienden de un sótano para construir un improvidado escenario musical con techo de paja a ritmo de “not fair”. Inocencia y Savoire Faire en una propuesta que recordaré tanto como el éxito de mi proyecto.
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