En la primavera del 2009 Jil Sander, buque insignia del minimalismo y la geométria más aséptica, incuía como accesorios de su colección discretas y fugaces piezas preciosas creadas en una operación de co-branding junto a la prestigiosa joyeria Damiani.
El aparente éxito de la colección ha motivado a magnates e inversores de sendas marcas a colaborar de nuevo en una colección. La propuesta amplia la gama de piezas de inspiración arquitectónica hasta una iniciativa que prevee expandirse hasta la creación, en 2010, de una colección de relojes que quizás será solo el comienzo de un futuro brand streching de Jil Sander. Ojalá el co-marketing libre a esta mitica maison de la profunda crisis en la que se encuentra sumida
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